Despacio, alas arrastradas
Servidumbre de insonoridad,
De un callar que te vuelve ojos blancos
En los pasadizos relampagueantes de la nada.
Despacio, te levantas
Enderezas tu mirada cristalina
Más allá de un horizonte tormentoso,
Desplomado en tu pecho.
Ahí estás, hermética,
Canicas danzando en su agujero
De azabaches trenzas
Movidas por la ventolera.
Despacio, elevas anclas
Te escondes bajo los crudos cráteres
Que te lamen en su calor,
En su temblor pasajero.
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