martes, octubre 25, 2016

Salir y entrar...

Entrar.  Salir. Salir y entrar a la sombra de pinares que dan la lucidez de unos ojos. Ojos que miran, que examinan, que rastrean el olor de la madre tierra. Quebrada, rota, rajada se difumina bajo la tala gigantesca de sus boscajes más allá del horizonte. Ahora, levantamos la vista y erguidos aparatos metálicos nos conecta a la inconsciencia, al paisaje perpetuo de la pena. Lástimas y lástimas clamando a un firmamento entre nubes y estrellas renunciando al manar del agua de la vida ¡Agua de la vida¡ Ven y engrosa en nuestros sentidos las emociones de la danza a ras de un oleaje tempestuoso remoto ¡Agua de la vida¡ Congrega los bien nacidos en las lunas habitadas por la verticalidad de la belleza. Entrar. Salir. Salir y entrar a la par que larguísimos puentes colgantes nos dan las huellas a seguir ante tanta batalla ensangrentada, ante tanta miseria reunida en este globo deshilachado por las manos manchadas de hogueras a lugares donde amanece. Sí, amanece y somos sonoro encuentro en las fronteras invisibles de nuestras manos homogéneas, iguales. Entrar. Salir. Salir y entrar en la paz agarrada en la entereza de nuestras palabras, de nuestras acciones en el devenir de los soles.



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